Bien podríamos responsabilizar de necesitarlos a los cortes de luz –constantes, sorpresivos y duraderos–, pero también debemos echar mano de ellos por la ausencia de infraestructura eléctrica en diversos ambientes aislados o alejados de la red, como cascos de estancia, cabañas, casas de descanso o campings.
Hablamos, por supuesto, de los generadores eléctricos o grupos electrógenos de uso hogareño que nos permitirán contar con un mínimo de comodidades gracias a electrodomésticos tales como TV, heladera, microondas, estufa o aire acondicionado e iluminación, además de otros más pequeños, como radios, multiprocesadores de alimentos, routers, consolas de juegos, etc.
Pero para ponernos en situación, definamos qué es un grupo electrógeno. Básicamente, se trata de un motor generador de energía eléctrica. Los hay de uso industrial y comercial, normalmente trifásicos, es decir que generan una tensión de 380 voltios, y hogareños, con tensión de 220 voltios. Los de uso particular, en motores de 2 o 4 tiempos, utilizan nafta o diésel como combustible, siendo la primera la más difundida por el costo del equipo, ya que el diésel, por oneroso, tarda mucho más en amortizarse si no se lo emplea en forma permanente.